ME CONSUMÍ

Todo empezó a mis 13 años de edad yo creía que si estaba flaca la gente me iba aceptar, empecé con cosas muy poco notorias, lo tome todo como si eso no me fuera a traer consecuencias lo que recuerdo es que nadie me invitaba a salir o simplemente a jugar, yo era una niña solitaria. Mi autoestima estaba por el piso quería dejar de existir, ya no quería salir por el simple hecho de que me juzgaran por ser gorda, yo creí que si dejaba de comer iba a tener amigos e iba a tener una vida social como cualquier chica de mi edad. Empecé a dejar de desayunar, se me era muy difícil pero quería ser flaca, mi error estaba en creer que si lograba enflacar  todo iba a ser mejor y en realidad no lo era así comencé con medirme el brazo y reprocharme de cómo había llegado hasta ese punto, me estaba volviendo loca y de pronto comenzaron las dietas. desde ese momento empezó mi infierno. Vomité por primera vez mi almuerzo sin que mis padres sospecharan, sentí un alivio, lo estaba logrando, mi idea era que llegara un momento en el que ya no me provocara comer. Antes de que todo esto pasara amaba  la hora de cada comida, ese momento era glorioso para mí. Pero con el tiempo eso cambio, porque ya no era el dejar vomitar si no que en lugar de eso era dejar de comer o ingerir cualquier alimento por  varios días, incluso  llegue a durar sin comer 10 días. Días en los cuales solo tomaba agua. Yo pensaba que comiendo así fuera un chocolate acabaría con todo el trabajo que había hecho dejando de comer. La comida ya se había convertido en algo innecesario para mí, sentía que ya mi cuerpo no la aceptaría porque duraba mucho tiempo sin que mi mandíbula masticara así fuera un grano de arroz.

En 3 meses mi peso bajo tan drástica mente que estuve casi muerta, llegue a pesar 30 kilos eso fue como si una manguera me hubiera chupado, ese era mi objetivo o eso era lo que yo quería pero llego un momento donde sentí que el tiempo se detuvo y empezaron a rondar preguntas en mi cabeza como ¿me sentía bien viéndome así? ¿Ahora si las personas me aceptarían así? ¿Ahora sí tendría amigos? Estas y muchas más preguntas me las hacia todos los días cuando me acostaba en la cama a descansar. Tenía varias dudas la cabeza me daba muchas vueltas, esa no era yo, mi cuerpo tenia marcas rojas del maltrato que me hacía al realizar actividades físicas como ejercicio y varias flexiones, también se podía notar cada hueso y cada costilla, mis ojos eran hundidos, tenía mucho vello fino y largo tenía muchas ojeras me daba mucho dolor abdominal y me causaba muy fácil el escalofrío, mis brazos y articulaciones ya no tenían fuerza ni para sostener una tasa de agua. Estaba a punto de enloquecer ya no quería salir sentía miedo pero ya no de que me juzgaran si no de que me vieran así.

mi madre me llevo donde unos médicos muy reconocidos por el gran trabajo que realizaban después de haberme llevado a varias clínicas donde solo me mandaban medicamentos para que mejorara pero en realidad no me decían lo que realmente tenia. Recuerdo que ellos llamaron a mi mama lejos de mí y por el vidrio yo veía cuando le estaban hablando, llego un momento donde mi madre rompió en llanto y empezó a aletear las manos, los doctores trataron de calmarla e hicieron que ella se sentara.

Cuando empecé a mirar mi cambio sentí que ya era demasiado tarde, ya le había causado mucho daño a mi familia en especial a mi madre que era ella la cual estaba pendiente de mi salud, no me había hecho daño solamente a mi sino también a aquellas personas que luchaban por mi bienestar y que me apreciaban. Era tan fuerte mi depresión que ya no podía estudiar, no podía siquiera pensar. Estaba muy mal y traté de suicidarme, lloraba sin compasión en mi cuarto, no salía de ahí ni por un vaso de agua, escuchaba a mi madre cada rato tocando mi puerta para asegurarse de que yo estuviera bien. Estaba completamente desconectada del mundo exterior, de la vida. la lucha de mi familia era inútil, ya que después de hacer que yo tuviera una mejora siempre tenía una recaída, que cada recaída era más fuerte,. Me realizaron un estudio donde me detectaron anemia falta de hierro porque mi sangre ya no transportaba suficiente oxígeno a mi cuerpo necesitaba minerales para que produjera hemoglobina. El problema estaba en mí, era yo la que tenía que cambiar mi forma de pensar, tenía que dejar de causar tanto daño no solo a mi sino a todas las personas que se habían preocupado por mí. Decidí que iba a dejar que mis padres me ayudaran, me llevaron a una iglesia donde me ayudaron a reconciliarme conmigo y con mi cuerpo a desahogarme y expresar todo lo que sentía. Me recuperé durante el tiempo que estuve allí no voy a mentir. Es bastante difícil, una recuperación total en este tipo de enfermedad, sobre todo cuando se llega a un punto tan profundo. Mis padres me llevaron donde un psicólogo el cual me ayudó mucho para que hoy me sienta como me siento. Estuvo conmigo en todo el proceso de mi recuperación al igual que mi familia, salir de ahí fue una de las mejores decisiones que pude haber tomado ya que con esto cause mucho daño. La recuperación empezó desde el momento donde retome el hábito de comer, mi madre siempre me acompañaba y estaba pendiente de mí al igual que mis hermanas. Mi psicólogo me ayudó a cambiar mi forma de pensar, a darme cuenta de que la anorexia no es un estilo de vida, sino una enfermedad que, una vez que la padeces te ataca y no te deja a menos de que tú decidas en enfrentarla. Poco a poco, fui descubriendo que el físico no define todo lo que llevas dentro. El cuerpo fue perdiendo importancia, empecé a reír, empecé a encontrar pequeños momentos de tranquilidad interior, empecé a tener esperanza e ilusión quería salir del infierno en el cual yo me había metido necesitaba paz, me estaba conectando a la vida. Empecé a valorar aquellos pequeños detalles que había olvidado, una sonrisa, un abrazo, una mirada, una película, escuchar una canción. Era volver a vivir estas cosas como si fuera la primera vez. Mi interior estaba descubriendo quien era yo, y la verdad, es que cada vez me gustaba más la persona a la que la anorexia casi le quita la vida.

 

Hoy 3 años después  de una lucha contra la anorexia me doy cuenta que es una enfermedad complicada que te marca de por vida y que es decisión de uno mismo ponerle punto final a esta enfermedad y el querer curarse, agradezco a las personas que me apoyaron en especial a mi psicólogo que me ayudo a entrar en razón en cuanto al daño que me estaba causando a mí misma. A mis padres que sufrieron conmigo en cada recaída y que estuvieron para mi incondicionalmente, a mis hermanas que fueron una muleta en las cuales me apoye para salir adelante.

Hoy en día doy gracias a Dios por llenar de paz mi hogar y porque después de aquella situación mi familia está más unida que nunca, hay tranquilidad y estamos fuertes para cualquier cosa que quiera causarnos daño poder enfrentarla porque no hay nada más grande que el amor de Dios y de una familia unida. Después de esto quiero decirles a todas aquellas personas que se acomplejan de su físico, que no hay peor enfermedad que el no aceptarse como es y que nadie en la sociedad los va a aceptar si antes no se acepta uno mismo, no me siento orgullosa de que haya tenido que pasar por esta enfermedad para darme cuenta que no existe mejor sentimiento que el amor hacia uno mismo, que hay que saber tomar decisiones sin tener que perjudicarse a uno mismo ni a las personas que de verdad te aprecian.

Hagan de cada uno un recuerdo grato tanto para usted como para los demás y si en algún momento pasan por la misma situación no dejen que este los consuma como casi lo hace conmigo sean fuertes para enfrentarla y no se reprochen por nada que Dios nos hizo perfectos a su manera estén listos para salir de esto y déjense ayudar de aquellas personas que se ofrecen a hacerlo.

 

Después de estos años estoy dispuesta a continuar con mi vida, mi familia sigue apoyándome en todo y esta conmigo en momentos difíciles, estoy feliz con mi vida FIN.